
por Lionel Benítez
Es la primera vez, desde que son gobierno, que los hermanos Milei no manejan ni controlan la agenda durante diez días. La primera respuesta fue pedir allanamientos a periodistas, no como catequesis inquebrantable, sino como maniobra para volver a dominar esa misma agenda con un tema que, de por sí, es un zafarrancho.
Aún no se sabe si esto afectará electoralmente al gobierno, pero sí tiene sus esquirlas, que hicieron daño y mucho.
Hay una razón por la que el gobierno podría perder las elecciones: se armó desde el andamiaje de los municipios del conurbano, que prestaron su aparato ante el aluvión violeta. Y, como un tenista que devuelve la pelota utilizando la fuerza que su contrincante le da, hoy los concejales locales le votan todo a los intendentes. Y está bien: eso también es política, más allá de lo que las personas de a pie deseen, piensen o crean con su propia ficción.
Lo mismo ocurre con los referentes de cada distrito del conurbano. Como en las altas atmósferas del Gobierno, cada uno construye y escribe su propio librito. Así encontramos candidatos locales haciendo campaña con un gazebo en un lugar céntrico, una caravana organizada con vehículos de empresarios locales, línea directa con intendentes peronistas y un puñado de afiches… solo para mostrarle a Milei que “se está trabajando en la campaña”. Pero, en honor a la verdad, si el mileísmo quisiera, podría arrasar con la campaña en los distritos. No lo hace: esas campañas están organizadas por la casta pura libertaria, que hasta hace meses era kirchnerista y que además negocia pactos de no agresión con los intendentes. Mientras tanto, los jóvenes libertarios creen que están haciendo la revolución.
Por un lado, el candidato o candidata hace una campaña liviana, y los miembros de la lista local responden a hombres fuertes ligados a los intendentes. Por otro lado, en el mismo espacio, se usa a los jóvenes libertarios como grupo de choque para mostrar rebeldía. Pero los acuerdos subterráneos son ganancia para los intendentes. El gobierno, así, tiene sellada la derrota sin dudas.
Este domingo podría darse una elección de baja participación, donde el rol de los aparatos locales —los mismos en los que se apoyó Milei en 2023 para trasladar votantes con el andamiaje aceitado— será decisivo. Hoy, Milei enfrenta una derrota sin la base de los municipios, y con sus armadores con mejor relación con los alcaldes que con los propios Milei.
Un dato: después del 7 de septiembre vuelan los leoncitos y los pura sangre, para priorizar a la casta con territorio.