
por El Primero Noticias
En los últimos días, la consigna “es por ahí” comenzó a circular con fuerza, en redes y en las calles. Una frase coloquial que suele usarse para validar una acción noble o correcta, pero que hoy se resignifica en clave política. Después de la condena judicial a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y en la antesala de su presentación en Comodoro Py, las intervenciones callejeras se multiplicaron en el conurbano y distintos puntos del país.
Supermercados, restaurantes, zonas de alto tránsito y medios de comunicación no afines fueron escenario de panfleteadas, afiches, escraches y acciones directas. Algunas agrupaciones hablan de “palo por palo” como una forma de confrontación militante, en un estilo que recuerda al manual libertario, pero con un nivel más alto de tensión: la calle como territorio político en disputa, y la confrontación como marca.
En ese marco, surgen interrogantes dentro y fuera del peronismo: ¿sirve políticamente este tipo de reacción? ¿Cuánto ayuda, en términos electorales o simbólicos, interrumpir la vida cotidiana con cortes, actos y abandonos de tareas municipales? ¿Hasta qué punto beneficia dejar estructuras estatales a media máquina para asistir a una marcha?
Las redes sociales muestran una doble lectura: por un lado, el compromiso férreo de sectores que sienten que “van por todos”; por otro, la percepción de que esta movilización responde a una lógica de política tradicional, con maquinaria aceitada pero cada vez más lejos del humor social.
Mientras se organiza una nueva movilización para este miércoles, muchos se preguntan si este camino es el más acertado. Y si, en este momento del país, “es por ahí”.